sábado, 1 de mayo de 2010

EMPATÍA MINISTERIAL

Estimada Ministra de Cultura:

Me permito escribirle para agradecerle el gesto que ha tenido de acercarse a la cultura popular. En época de crísis siempre resulta complicado echar la vista hacia los bienes inmateriales (y más si se trata de un político). Pero usted ha querido dejar claro que, pese a ser filóloga, traductora y redactora de la revista Cosmopolitan antes de gestionar los destinos culturales de nuestro país, no se olvida de los descamisados. Y por eso ha querido valorar y ha manifestado su empatía por nuestra Princesa del Pueblo.

Nuestra Evita de San Blas ha encontrado la comprensión de alguien como usted que vive acompañada de poder, glamour y literatura. Su empatía por Belén Esteban, a la que incluso ve como personaje de uno de sus guiones al encontrar la vida de la madre de Andreíta interesante para una película, me ha convencido de que por mucho que nos quieran hacer creer no existen dos Españas. Me dolería mucho pensar que su admiración no es real y que usted, que ha estudiado en el American Film Institute de Los Ángeles, no lo hizo por coincidencia con su nombre de pila si no por obtener la mejor formación posible de cara a conseguir una sensibilidad especial hacia la gente que sufre. Que por aquel entonces, antes de imaginarse que podría entrar en política, ya pensaba en retratar la vida de las mujeres luchadoras.

Sinceramente, me gustaría que en su guión quedara reflejado ese afecto por ellas igual que lo consiguieron Benito Zambrano en "Solas" o Iciar Bollaín en "Te doy mis ojos". Me horroriza pensar que la vea usted con los mismos ojos que el señorito Iván miraba a Paco el Bajo en "Los Santos Inocentes".

España sigue siendo la misma que le dolió a Unamuno y que le heló el corazón a Machado. Sigue siendo una España en la que el minuto de gloria de Warhol se puede elevar a la máxima potencia. Eso si, muchos jovenes españoles no creo que compartan su empatía. Ellos esperan de su Ministra de Cultura (y de sus políticos) que empaticen con lo difícil que resulta el poder vivir de la música clásica, de la danza (su empatizada también baila, eso si), o del teatro.

Tampoco lo harán muchos actores y artistas, que después de muchos años trabajando tienen que seguir haciéndolo porque su pensión les impide vivir con dignidad. Rafaela Aparicio, Gracita Morales y Lola Gaos vivieron sus últimos días en la indigencia. Esos tres nombres nos evocan recuerdos agradables en los que nunca hubo lugar para la venta al público de lo que sucedía dentro de su casa sino que nos sirvieron para hacer que en la butaca de un teatro, de un cine o detrás de una pantalla de televisión nos sintiéramos como en la nuestra.

En la fundación Casa del Actor seguro que ven con extrañeza su afecto por mi compañera copresentadora. No entenderán como usted no prepara un buen guión para la película sobre esa mujer que, según sus palabras señora Ministra, ha tenido una vida muy especial, que muy pocas personas podremos vivir esas situaciones como las que ella vive, y de las que resultaría una película seguro sería interesante. Ellos estarían encantados. Los beneficios podrían ir destinados a la Casa del Actor.

También podría contratar en el equipo a jovenes que buscan una oportunidad en el mundo del cine trabajando como meritorios (a usted el mérito en gran parte le viene de cuna). E incluso encontraría muchos jovenes españoles muy preparados para componer e interpretar la banda sonora entre los músicos nóveles que antes le comentaba.Además, el éxito estaría asegurado. Todas las semanas se hablaría de su película. Se inventarían películas nuevas en forma de exclusiva que le darían ideas para nuevos guiones. Dentro de su reparto coral podría incluir a cuñados, ex suegros y ex trabajadores de las fincas del ex de nuestra Princesa del Pueblo. En Carabanchel, Alto o Bajo, también entenderán su afecto por Belén. Ellos, al igual que los habitantes de otros muchos barrios españoles, saben lo que es una mujer sola tenga que salir adelante con su hija. No sería tampoco un mal final poder ver a la niña en cuestión interpretar 'La campanera' con el mismo arte y entusiasmo que Manolito Gafotas.

Tan solo me queda una duda. No sé si César Antonio Molina, Jordi Solé Tura, Jorge Semprún o Ricardo de la Cierva, entre otros, compartirán o habrían compartido su afecto y empatía por la susodicha.

Pero claro, usted lo mira desde otro angular. Toda la vida es cine. Y en el cine todo es posible.

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