lunes, 7 de junio de 2010

OJOS

"Alguien que no entiende una mirada tampoco entenderá nunca una explicación".

Hace tiempo escuché esa cita y cada día estoy más de acuerdo con ella. Recuerdo que una mirada de mi padre me servía para saber qué estaba bien y qué estaba mal. No hacía falta que me dijera nada. Con fijarme en sus ojos era suficiente para mí.

La semana pasada miré dos veces a los ojos. A dos personas distintas. Una de ella bajó la vista. La otra mantuvo la mirada. La primera ocultaba algo. La segunda mostraba lo que sentía. Los ojos que evitaban mirarme me hicieron daño. Los que me miraron me enseñaron el futuro.

No hay nada más fácil que mirar para decir. Para explicar. Para sentir. Y para saber.

En muchas ocasiones no nos atrevemos a buscar en los ojos la respuesta a nuestras preguntas. Produce mucho miedo el encontrar la verdad. Cuando te dicen la verdad no se equivocan. Y aquél que no se equivoca no debería arrepentirse nunca.

Lo que esos ojos no quisieron decirme lo sé desde hace tiempo. Y el otro día me lo dejaron claro.

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